Es triste despertar viendo cumplido que el sueño que tanto anhelas desaparece ante tus ojos. Soñar que alcanzas la libertad, estar tan cerca del punto final de tu sufrimiento y ver como tan solo era producto de la imaginación.
Es triste acudir cada mañana a tu armario y no tener nada nuevo que ponerte, en un armario repleto de ropa que n cubre el dolor de sentirse solo. Por más ropa que lleve, una vez pongo el pie en la calle, no puedo dejar de sentir el frio rechazo del entorno. Un espacio en el que no me siento valorado y frente al cual no me queda más defensa que mostrar mi mejor actuación.
Es triste no saber si los que consideras tus amigos, llegando día te darán la espalda. Sientes incertidumbre. Desconoces que te depara el futuro. No estás preparado para aceptar un no en boca de aquellas personas que quieres.
Es difícil dejar pasar un día sin decidir cuándo dar el paso, nunca es buen momento, aun no estás preparado, pero el tiempo avanza, tu madurez te pide explicaciones y la sociedad no puede parar su ritmo frenético, una sociedad para la cual no dejas de ser un pequeño eslabón insignificante e innecesario.
En esta situación es duro tener que sacer fuerzas para seguir adelante y miras a través de las rejas promovido por el pequeño haz de luz que ilumina tu tortura. La luz supone un momento de calor, que te protege, te arropa y te mantiene vivo. Pero llegada la noche te sientes solo, tu maca está vacía, el tiempo sigue avanzando y tu condena parece no finalizar nunca.
Es momento entonces de cerrar los ojos y volver al sueño del que partimos.
Abandonar tu celda y volar, más allá de los confines que te dieron origen. Verte cerca de alguien especial que te aporte la fuerza de cada día, tan solo ofreciéndote una sonrisa. Sentirte querido, moverte en un entorno que te libere del traje de diario y te vista de alegres colores de vida.
Pero podemos volar más allá y levantar nuestra vista para ver una sociedad que te valora y te respeta. Donde no dejas de ser un pequeño eslabón, en este caso, la pieza sin la cual la cadena no puede seguir su curso.
Llega una noche más y te acuestas intentando llevarte la esencia de cada día. Te marcas un nuevo objetivo pero ignoras que quizás pasen una, dos, tres o incluso siete noches, pero que pasando ese tiempo volverás a soñar con atravesar los muros del rechazo y poder alcanzar tu merecida libertad, dejando atrás una cadena cumplida por ser inocente.
¿Podré dejar de soñar con ellos algún día? ¿Estará muy cerca el último día de mi condena? ¿Cuántos inocentes no habrán sido capaces de superar el castigo? ¿Quién se atreve a señalarte con el dedo por ser como soy?
Dolor de inocentes que sufren viendo pasar sus días de cautiverios, víctimas de la ignorancia de sociedades no concienciadas. Sufriendo por causa de amar a un hombre.
Espero que os alla gustado mucho